La creencia en maldiciones que recaen sobre quienes osan perturbar los monumentos funerarios e interrumpir el sueño eterno de los antepasados es una parte del imaginario colectivo del mundo antiguo y contemporáneo. Algunos de los ejemplos más emblemáticos de esta concepción se relacionan con los trabajos de investigación sobre el Egipto faraónico; ya que según las creencias populares, las inscripciones que se encuentran en las tumbas y objetos del ajuar funerario rezan maldiciones para quienes profanen el sepulcro. En este artículo presento el desarrollo de esta concepción a través del tiempo: desde la antigüedad faraónica, con ejemplos de inscripciones que, efectivamente, advierten sobre infortunios a las personas que obstaculicen el culto funerario; pasando por el hallazgo, en 1860, de la tumba DB320 en Deir el-Bahri que contenía más de cincuenta momias que fueron llevadas al Museo de Bulaq en El Cairo. También menciono el descubrimiento, en 1922, de la tumba KV62, perteneciente al faraón Tutankhamón, en el Valle de los Reyes y el frenesí mediático que revivió la leyenda de “la maldición del faraón” que durante todo el siglo XX, y lo que va del XXI, se ha plasmado en distintos medios como novelas, teatro, cine y programas de televisión. Inclusive, esta concepción ha alimentado al folklore contemporáneo, creando nuevas “maldiciones” en torno a algunos sitios arqueológicos y museos que resguardan objetos del Egipto faraónico.